Desestabilizas lo inalterable.
Deshaces lo acabado.
Rompes lo indestructible.
Mencionas, lo imnombrable.
Desatas lo encadenado
tan facil como,
cualquier día, sin querer,
me olvido de lo recapitulado.
Ese estúpido juego de antonimos
que destruyo con mis monosílabos,
iguales, paralelos, homólogos,
y entiendes los opuestos.
El minúsculo paso de lo incoherente
terminado en incongruencias,
enredado en la mecánica
de lo que no se siente.
Perder mi paciencia, imperdible,
olvidarme de mis ciencias
-dudosas-
refugiarme en tu literatura,
-exacta-
perder el juicio...
Rechazo, por ganas de admitir,
la vida en tu teoría del caos.