<< Disparó cuatro veces en el estógamo y por
los agujeros, escaparon mariposas >>
Lo odio a él por no haber podido vencer a su conciencia, a sus falsas libertades.
Lo odio porque me demostró demasiado rápido que me quería y me deseaba, pero después no supo responder a esas demostraciones. Lo odio porque en realidad tampoco lo supo demostrar, pero se fue cargando con ellas a la cama.
Yo lo quiero, imbécil. ¿No te das cuenta...?
Pero, apartándonos de eso, lo odio porque me creó un problema raro, y porque siempre se iban con mis palabras, mis gestos y mis caricias...Con todo... Otra vez para su cama. Pero, tal vez, para nosotros exista otra gloria al final del camino, si es que todavía nos queda un camino, quién sabe...
Odio a todos los hijos de puta por andar vendiendo añoraciones falsas en todas sus casas y sus calles. Odio las misas mal oídas... Odio las mías. Me odio por no saber encontrar mi opción verdadera. Por eso, también te odio a tí.
Sí, odio todo eso. Todo. Y lo odio porque lucho por conseguirlo. A veces gano, y a veces no. Por eso lo odio. Lo odio porque es querer y prender a amar. No sé si se entiende. A ver, lo odio porque no he aprendido a saber querer, y necesito de eso. Por eso odio a todo el mundo, no dejo de odiar nadie ni a nada... Sin ninguna excepción